jueves, 9 de enero de 2014
La Costilla de Adan
Nadie pone en duda que la civilización occidental ha derribado muchas barreras durante el siglo XX, en relación a la mujer, a su condición de ciudadana, de persona y especialmente hago referencia a su sexo. A pesar de que pudieramos ondear una bandera e incluso lanzar jubilosos aplausos al mundo entero, no haríamos justicia a la mujer que ha sido violada, agredida e incluso a la mujer que ha tenido que llegar a tomar la decisión de abortar. La cruda realidad es que la libertad que ha alcanzado la mujer todavía no la engrandece lo suficiente, que incluso a veces la maltrata con leyes y censuras. La sociedad no acompaña a la mujer cuyo embarazo no es deseado. No se protege al bebe, ni al feto de igual modo. Creo sinceramente que las leyes están tratando a la mujer como si fuera la costilla de Adan. Este rutinario maltrato nos envía al patíbulo diariamente. No formamos a seres humanos hombres y mujeres que serán en un momento hijos e hijas, que luego llegarán a ser padres y madres. la sociedad vive en un compromiso continuo, que no se sabe con quién. Yo desearía en nombre de muchoso hombres y mujeres que el compromiso fuera con la humanidad.
miércoles, 1 de enero de 2014
El libro esta en la libreria de Circulo Rojo, y otras. Su titulo "La Herencia de Fitz"
Le despedí con sus manos sobre las mías y su mirada en mi corazón, era el año 2013. Esperaba con ilusión la llegada de mi libro, este enero. Lo esperaba igual que se espera a un gran amor en la primera cita. Llegará despacio, sin prisa, se quedará con nosotros todo el tiempo que queramos. Y volveremos a hablar de él. Se lo merece, es un relato entrañable, directo al corazón.
Ha sido importante, no lo dudes. No ha sido decisivo, no lo creo. Su valor no queda reducido a los meros sentimientos, solo se reduce a la vida. La vida de una niña con ilusión.
Ha sido importante, no lo dudes. No ha sido decisivo, no lo creo. Su valor no queda reducido a los meros sentimientos, solo se reduce a la vida. La vida de una niña con ilusión.
domingo, 27 de octubre de 2013
Las palabras se las lleva el viento
Las palabras se las lleva el viento
Estos días tengo pocas ganas
de hablar, quizá pensaba que hablar se había convertido en una rutina
sin sentido, cuando hablas y nadie recuerda lo que dices, y nadie escucha las
palabras que salen de tu boca. Por qué difícilmente pueden recordar lo que dices, si ni siquiera
escucharon lo que hablabas. Pues como iba diciendo, no tengo ganas de hablar.
A veces he creído que tenía cosas que decir y esperaba, e
imaginaba el momento adecuado para contarlo. El momento podía ser romántico,
sensible, práctico o solo un momento, y ya. Nos vemos, hablamos, e incluso
puede que ni escuchamos ni nos veamos. Es una paradoja de la vida, habla y veo
y no escucho ni miro. Por lo tanto he
perdido las ganas de contarte mi historia, de contarte quién soy. Porque no soy
la persona que se espera de mí, porque no seré la persona que imaginaste.
La vida y la muerte me están desgastando. Autor, Mo Yan
(Premio Nobel).
Esta misma mañana terminé una docena de hojas que quedaron
sin leer ayer noche. Puedo decir que el libro es sorprendente, largo,
contagioso, excesivo en ocasiones y vital, especialmente vital.
Es una sátira divertida que la academia sueca valoró con el
nombre de “realismo alucinatorio”, me ha encantado y porque no decirlo me ha
alucinado. Era fácil decirlo con esas expresiones tan matizadas que se utiliza
en la academia, es fácil sentirse arrastrado por las palabras que ganan la
batalla de la literatura sobre la política.
Y olvidaba decir que MO Yan, pseudónimo de Guan MoYe quiere
decir “no hables” ¡¡¡ que coincidencias tiene la vida¡¡¡
Aquel día no tenía deseos de hablar
Hoy es la primera vez, es un
comienzo, como lo son casi todos los días para mí. Muchas personas se acuerdan de su primer día
en el trabajo o de su primera vez. Si preguntas si recuerdan la primera vez que
les dieron un beso, me refiero a un beso apasionado, no un beso superficial o
quizá incómodo, pues la mayoría lo recuerdan con todo tipo de detalles; y no
digo cuando te describen la primera vez que hicieron el amor con fulanito o
menganita, yo no. Mi primer día en el trabajo, pues tampoco lo recuerdo. Yo
principalmente recuerdo, el último día o la última vez. He pensado que a lo
mejor es que soy algo desmemoriada, y no es por eso. Quizá por tanto se deba a otra razón. Y
estos días me he propuesto descubrir la causa por la cual, no recuerdo el
primer día o la primera vez con el entusiasmo
con el que lo hacen los demás.
Sería bueno pensar en algo que me
gusta, o que me resulta interesante, o que cambió algo de mi vida, o incluso
que le puso rumbo, de ese modo descubriría el primer momento que disfruté de
ese sentimiento que me acompaña, que forma parte de mi personalidad, y me pongo
a ello.
Una de las cosas con las que
disfruto mucho, es paseando cerca del mar, me ha gustado desde siempre. No
recuerdo la primera vez que vi el mar, no lo recuerdo, no recuerdo lo que sentí
cuando contemplé esa inmensidad de agua que respeto y valoro. Decido por tanto
buscar otra cosa, y pienso en que me gustan los animales, siempre he
tenido perro. Pues no recuerdo cual fue
el primer perro que vivía en casa de mis padres cuando yo era pequeña. Y si
recuerdo a Roli, Keti, Coki, Lorna, Rati, Chipa, Pepe….. y si recuerdo como
eran, sus manías y sus habilidades, eran perros estupendos, pero no recuerdo
cual fue el primero porque hubo un
primer no cabe duda . Y he seguido dando vueltas a estos recuerdos sobre cosas
importantes y costumbres que formar el carácter y entre ese pensamiento y
muchos otros cayó en mis manos un libro, que se titula “El último encuentro” de
Sánder Márai, ésta estupendo, pensé en ese momento. La novela plantea la
búsqueda de la verdad como una fuerza liberadora, como un soporte ético
imprescindible sin el cual las personas no pueden vivir. Los protagonistas
recuerda detalles esenciales de su vida, recuerdan la primera vez de todos los
aspectos que formaron su mundo, y
describen un ayer lleno de emoción y nostalgia, y lo describen
acunándolo como si fuera el timón que les llevará hacia el mañana, que será el
hoy de su último encuentro.
Quizá necesitaría llegar a una
edad avanzada para poder hacer esa revisión tan exacta de mi vida. Y
sinceramente creo que no, que yo ni llegando a la vejez, recuerdo con esa
exactitud casi científica lo detalles vitales.
Yo recuerdo el último beso, y la
última vez que pasee cerca del mar como si fuera la primera vez que lo veía, el
último día que comimos todos juntos y que no celebramos nada, únicamente que
estábamos juntos. ¿Y por qué razón no recuerdo con ese entusiasmo lo que
todos describen con tanto deleite? Y ya lo sé, lo he descubierto. He sabido que
el mar inmenso estaba presente aunque yo no lo hubiera visto nunca, que la
persona que está a mi lado estuvo siempre aunque no la hubiera conocido hasta
muchos años después, que a todos mis perros los quiero como si fueran únicos.
Por tanto lo que habitualmente hago es levantarme y pensar que hoy es el primer
día y a la vez el último. Y hoy es el primer día que escribo en mi blog y
espero que no sea el último.
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